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Una pistola en cada mano: ¿dónde están los vaqueros?


El catalán Cesc Gay no esconde su propuesta: con una pistola en cada mano aparecían en el western los vaqueros, prototipo durante décadas de la masculinidad. Ahora la figura del hombre está en crisis, y de eso habla Gay. De hombres que se quejan de no estar en el mundo con manual de instrucciones, de hombres que han perdido a su mujer o que van a perderla, de hombres que no saben comunicarse. De hombres, en definitiva, desorientados. ¿Cine de tesis? Sí, eso mismo.

Como en En la ciudad, Ficción o VOS, Gay vuelve a demostrar su manejo del diálogo. Estamos ante una cinta casi absolutamente hablada y en absoluto aburrida o pesada. La clave está en la intensidad de los conflictos, la certeza de algunas afirmaciones disparadas con excelente tino y un reparto de lujo (la pieza de Ricardo Darín y Luis Tosar con una puesta en escena paupérrima –dos personajes en un banco del parque– es enmarcable).

En un primer vistazo, la visión de Gay puede resultar algo pesimista y cínica. Además, en un mundo en el que todos llevan su manual de autoayuda debajo del brazo, habrá quien eche de menos alguna receta mágica para que el hombre recupere su identidad. No la hay… o quizás sí. Una receta que de puro sencilla puede parecer pueril. “Te despistas un momento –dice uno de los personajes– y te sales de la carretera”. Y te sales por un camino que lleva a la inmadurez, la incomunicación o la infidelidad. La ruina que sigue a esos caminos Gay la refleja de una forma tan certera que a uno le quedan pocas dudas de que más te vale no despistarte. Dejarse de cuentos, tirar solo a los blancos que merecen la pena y no jugar con las cosas importantes de la vida (especialmente la familia y la pareja). Que volver a la autopista no es sencillo, ni para el más experimentado vaquero.

Crítica publicada en www.aceprensa

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