¿Qué hago con este blog?

Camino al Oscar 2016: Brooklyn

Hay películas que parece que proyectan la vida en un espejo, en lugar de en una pantalla. Sus sinopsis es­tán construidas con los mismos mimbres que se cons­truye la existencia humana y parece que en sus guio­nes no hay artificio alguno, solo la limpia narración de esa apasionante aventura que se llama vivir.
Eso es lo que le ocurre a Brooklyn, la historia de una jo­ven irlandesa que, en la década de los 50, emigra a Es­tados Unidos para conseguir un trabajo. Allí, en me­dio de muchas dificultades, encontrará al que puede ser el gran amor de su vida. Este emotivo y aparentemente pequeño drama romántico, adaptación de la novela de Colm Tóibín, se ha convertido en una de las pe­lículas del año. Y eso a pesar de su sencillez, de su apa­rente falta de pretensiones.
En el guion de Brooklyn no encontramos sucesos apa­ratosos, ni siquiera grandes dramas. Lo que vive la pro­tagonista -sensacional Saoirse Ronan que recupera el acento irlandés de su infancia- es lo mismo que experimenta cualquier mujer joven alejada de su familia, enfrentada a una cultura diferente, deslumbrada ante un amor generoso (qué difícil es encontrar últimamen­te una historia de amor luminoso en el cine, y esta lo es), dubitativa ante las encrucijadas que a veces nos de­para nuestra biografía.
Todo eso lo cuenta Brooklyn con una impecable pues­ta en escena, con un tono elegante que recuerda al mejor cine clásico, con una inteligente construcción de personajes secundarios -que están muy presentes… pe­ro casi no se ven- y con un gusto exquisito por el de­talle (el vestuario de Odile Dicks-Mireaux, diseñadora de títulos como El jardinero fiel o An education es solo un ejemplo de este maravilloso trabajo de ambientación).
Se entiende que, desde su estreno en el Festival de Sun­dance, esta película no haya dejado de recibir nominaciones y premios. Se entiende que se haya coloca­do en la casilla de salida para ganar el Oscar. El arte, cuan­do es capaz de embellecer y reflejar la vida, mere­ce todas las medallas.
Crítica publicada en Fila Siete

Comentarios